Monday, February 19, 2007

Maldita cadena.



Bueno pues eso, desde la cruz navaja de hierro de Albacete no había seguido otra cadena y me da un poco de pereza pero allá voy.

Ciento veintitres, sexto renglon:

El taxista de forma inexperada apoyó mi discurso:
-Si usted ya se la benefició las barreras valen madre. Cuando el amor es bueno, lo demás no importa.
-¿Ya ves?- dije yo.
-Pues no - dijo Pancho-,no lo veo muy claro.
-Usted éntrele con fe a su chava y déjese de chingaderas comunistas-dijo el taxista.
-¿Como que chingaderas comunistas?-dijo Pancho.
-Pues eso de las clases sociales, oiga.
-Así que según usted las clases sociales no existen-dijo Pancho.
El taxista que hablaba mirandonos por el espejo retrovisor, ahora se volvió, la mano derecha apoyada en el borde del asiento del copiloto,la izquierda firmemente aferrada al volante. Vamos a chocar, pensé.
-Para según qué, no. En el querer los mexicanos somos todos iguales. Ante Dios, también-dijo el taxista.



Extracto de el libro al que peor he tratado en toda mi vida. Lo he desatendido de manera continuada por surfear entre las lineas que todos ustedes escriben cada día.
En el se narran las peripecias de dos poetas "real visceralistas" llamados Arturo Belano Y Ulises Lima.

Como casi tod@s sabran ya se trata de: Los detectives salvajes de Roberto Bolaño.


Quien quiera recoger el testigo que lo haga. No me gustaría cargar en mi conciencia con implicar a cinco de ustedes.

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

objeto de deseo un sábado a las cuatro de la madrugada, el taxista

2/19/2007 12:36 PM  
Blogger kovayassy said...

¿De veras?
Hubiera pensado en un bombero, un actor de moda, o incluso algun flacucho bailarín, pero el taxista.

Yo es que tengo un asociación imborrable entre taxista y cope.

2/19/2007 2:20 PM  

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